Dejar trece años intensos de tu vida de quince. Todo menos tu familia, estudios, colegio, amigos, amigas... eso es lo que más duele. Dejar a tus amigas de toda la vida, con las que has tenido la oportunidad de reir como nadie en este mundo, más alto que nadie, hasta tener dolor de garganta y de barriga de tantas carcajadas juntas, tener momentos de llantos al contar problemas que van aumentando a medida que vamos creciendo. Fotos para dar y vender hasta poder hacernos ricas, viajes y excursiones juntas... podría estar así practicamente dos años más, porque los momentos con ellas superan todo lo que he vivido jamás.
Ellas ya no son mis amigas, porque juntas formamos una familia, pero no una familia cualquiera, la mejor familia del mundo, personas unidas que se quieren y que no hace falta demostrarlo con palabras si no en el dia a dia, personas que se apoyan aunque no tengan la razón, ese tipo de familia es la que nosotras hemos sido capaces de construir en trece años.
Estoy segura que nadie podrá nunca en la historia, escribir un cuento tan bonito como el que nosotras hemos echo realidad, y porque esto, no acaba aqui.
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